intensidad:
La intensidad de un sonido se mide en decibeles (dB). La escala corre entre el mínimo sonido que el oído humano pueda detectar (0 dB), y el sonido más fuerte (más de 180 dB), el ruido de un cohete durante el lanzamiento. La Organización Mundial de la Salud considera los 50 dB como el límite superior deseable.
Se ha observado que las madres embarazadas que han estado desde comienzos de su embarazo en zonas muy ruidosas, tienen niños que no sufren alteraciones, pero si la exposición ocurre después de los 5 meses de gestación, después del parto los niños no soportan el ruido, lloran cuando lo sienten y al nacer tienen un tamaño inferior al normal.
A más de 60 dB se produce dilatación de las pupilas y parpadeo acelerado, agitación respiratoria, acelaración del pulso y taquicardias, aumento de la presión arterial, dolor de cabeza, menor irrigación sanguínea y mayor actividad muscular (los músculos se ponen tensos y dolorosos, sobre todo los del cuello y espalda).
Respecto a los efectos psicológicos derivados de la exposición al ruido, el más común es el de molestia. Esta reacción psicológica tiene su origen, entre otras causas, en las múltiples interferencias que provoca el ruido en las diversas actividades del hombre, como la comunicación y el sueño (insomnio), lo que a su vez puede provocar accidentes causados por la incapacidad de oír llamados de advertencia u otras indicaciones.
Además de impedir el descanso adecuado, el ruido puede afectar negativamente a la capacidad de atención y concentración, dificultando el aprendizaje y disminuyendo el rendimiento. Asimismo, puede producir alteraciones en la conducta que, momentáneamente, puede hacerse más irritable e incluso agresiva.
Otros efectos: fatiga, estrés, depresión, ansiedad, histeria y neurosis, aislamiento social. Y todos los efectos psicológicos están íntimamente relacionados, por ejemplo: el aislamiento conduce a la depresión. El insomnio produce fatiga. La fatiga, falta de concentración. La falta de concentración conduce a la poca productividad, y la falta de productividad al estrés.
La intensidad de un sonido se mide en decibeles (dB). La escala corre entre el mínimo sonido que el oído humano pueda detectar (0 dB), y el sonido más fuerte (más de 180 dB), el ruido de un cohete durante el lanzamiento. La Organización Mundial de la Salud considera los 50 dB como el límite superior deseable.
Se ha observado que las madres embarazadas que han estado desde comienzos de su embarazo en zonas muy ruidosas, tienen niños que no sufren alteraciones, pero si la exposición ocurre después de los 5 meses de gestación, después del parto los niños no soportan el ruido, lloran cuando lo sienten y al nacer tienen un tamaño inferior al normal.
A más de 60 dB se produce dilatación de las pupilas y parpadeo acelerado, agitación respiratoria, acelaración del pulso y taquicardias, aumento de la presión arterial, dolor de cabeza, menor irrigación sanguínea y mayor actividad muscular (los músculos se ponen tensos y dolorosos, sobre todo los del cuello y espalda).
Respecto a los efectos psicológicos derivados de la exposición al ruido, el más común es el de molestia. Esta reacción psicológica tiene su origen, entre otras causas, en las múltiples interferencias que provoca el ruido en las diversas actividades del hombre, como la comunicación y el sueño (insomnio), lo que a su vez puede provocar accidentes causados por la incapacidad de oír llamados de advertencia u otras indicaciones.
Además de impedir el descanso adecuado, el ruido puede afectar negativamente a la capacidad de atención y concentración, dificultando el aprendizaje y disminuyendo el rendimiento. Asimismo, puede producir alteraciones en la conducta que, momentáneamente, puede hacerse más irritable e incluso agresiva.
Otros efectos: fatiga, estrés, depresión, ansiedad, histeria y neurosis, aislamiento social. Y todos los efectos psicológicos están íntimamente relacionados, por ejemplo: el aislamiento conduce a la depresión. El insomnio produce fatiga. La fatiga, falta de concentración. La falta de concentración conduce a la poca productividad, y la falta de productividad al estrés.